Un estudio realizado por la Universidad de Gotemburgo y la de Umea (Suecia) ha reflejado que los análisis de sangre podrían realizar un diagnóstico más preciso de la ELA en una fase temprana de la enfermedad.
Los neurofilamentos son proteínas con un papel especial en las células y fibras de los nervios. Cuando se daña el sistema nervioso, estos neurofilamentos se filtran al líquido cefalorraquídeo (LCR) y en concentraciones más bajas en la sangre que en el LCR.
Esta investigación demostró que los niveles de neurofilamentos en el LCR y en la sangre pueden diferenciar la ELA de otras enfermedades que pueden parecerse a la ELA temprana.
De esta forma, en comparación con otras enfermedades neurológicas, los estudios anteriores han mostrado concentraciones más altas de neurofilamentos en el LCR en la ELA.
La investigación se basa en muestras de sangre y LCR de 287 pacientes que habían sido remitidos al Departamento de Neurología del Hospital Universitario de Umea para investigar una posible enfermedad de la neurona motora.
Tras un amplio estudio, 234 de esos pacientes fueron diagnosticados de ELA.
Estos tenían niveles significativamente más altos de neurofilamentos en el LCR y en la sangre en comparación con los pacientes a los que no se les diagnosticó ELA.
También se investigaron y detectaron diferencias entre los distintos subgrupos de ELA.
Los pacientes cuyos síntomas patológicos se iniciaron en la región de la cabeza y el cuello presentaban mayores concentraciones de neurofilamentos en la sangre y una peor supervivencia que los pacientes cuyo inicio de la enfermedad se produjo en un brazo o una pierna.
El estudio también ha logrado cuantificar las diferencias en los niveles sanguíneos de neurofilamentos y la supervivencia para las dos mutaciones más comunes asociadas a la ELA.
De esta forma, los análisis de sangre podrían permitir un diagnóstico más preciso y simple de la ELA.
“Encontrar casos sospechosos de ELA a través de un análisis de sangre abre oportunidades completamente nuevas para el cribado y la medición de los neurofilamentos en la sangre recogida longitudinalmente y permite una cuantificación más fácil de los efectos del tratamiento en los ensayos clínicos de medicamentos en comparación con la recogida longitudinal del LCR.
Descubrir la ELA en una fase temprana de la enfermedad puede facilitar la administración temprana de un tratamiento farmacéutico antes de que los músculos se hayan atrofiado”, afirma Arvin Behzadi, uno de los líderes de trabajo.
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