Un equipo de científicos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y la Unidad de Servicios Uniformados (USU) ha descubierto un nueva forma de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) que empieza a manifestarse en la infancia, progresa de forma más lenta y está vinculada a un gen denominado SPTLC1, que forma parte del sistema de producción de grasa del cuerpo.
Los hallazgos preliminares de esta investigación sugieren que, si se silencia la actividad de SPTLC1 genéticamente, se podría combatir eficazmente este tipo de ELA. En los pacientes incluidos en este estudio, los síntomas iniciales de la ELA como caminar de puntillas o la espasticidad se iniciaron cuando tenían cuatro años de edad. Al terminar el trabajo habían vivido entre 5 y 20 años más que los pacientes de ELA adultos.
Liderados por el Dr. Carsten Bönnemann, el equipo de investigadores descubrió que 11 de estos pacientes tenían ELA y que la enfermedad se relacionaba con variaciones en la secuencia de ADN de SPTLC1, un gen que interviene en la producción de una clase diferente de grasas llamadas esfingolípidos.
Ya se sabía que las mutaciones en SPTLC1 originan un trastorno neurológico llamado neuropatía hereditaria sensorial y autónoma tipo 1 (HSAN1). La proteína SPTLC1 es una subunidad de la enzima SPT, que cataliza la primera de varias reacciones precisas para que se produzcan esfingolípidos. Las mutaciones HSAN1 hacen que la enzima genere versiones atípicas y perjudiciales de esfingolípidos.
Aunque en los análisis de sangre de los pacientes no se encontraron signos de esfingolípidos dañinos, al examinar de nuevo las muestras, los científicos observaron que los niveles de esfingolípidos típicos eran anormalmente altos. Esto sugirió que las mutaciones de la ELA mejoraron la actividad de la SPT. En otra serie de experimentos los investigadores demostraron que las mutaciones que provocan ELA impiden que otra proteína, la ORMDL, inhiba la actividad de la SPT.
“Nuestros resultados sugieren que estos pacientes con ELA viven esencialmente sin un freno en la actividad de la SPT. La SPT está controlada por un circuito de retroalimentación. Cuando los niveles de esfingolípidos son altos, las proteínas ORMDL se unen y ralentizan la SPT. Las mutaciones que estos pacientes llevan esencialmente cortocircuitan este bucle de retroalimentación”, señaló el Dr. Dunn. “Pensamos que restaurar este freno puede ser una buena estrategia para tratar este tipo de ELA”.
Para probar su hipótesis crearon pequeñas hebras interferentes de ARN que habían sido diseñadas para dejar inactivos los genes SPTLC1 mutantes. Las pruebas en las células de la piel de los pacientes mostraron que estas cadenas de ARN disminuyeron los niveles de actividad del gen SPPTC1 y restablecieron los niveles normales de esfingosina.
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