Los investigadores del Johns Hopkins Medicine en Estados Unidos acaban de publicar un estudio en la revista “Nature Neuroscience” que rebela que las personas con ELA presentan niveles más altos de sustancias químicas inflamatorias relacionadas con el metabolismo de las grasas.
Este nuevo estudio utilizó ratones modificados genéticamente y muestras de células y tejidos humanos y se centró en las vías genéticas que intervienen en el procesamiento de las grasas por parte de las células motoras de la médula espinal. Así descubrieron que las personas con ELA tienen unos niveles 2,5 veces superiores de ácido araquidónico, un líquido que se encuentra habitualmente en las partes grasas de la carne y el pescado y que se sabe que estimula los procesos inflamatorios necesarios para reparar heridas o daños en los tejidos.
Los investigadores señalaron que al manipular el ácido araquidónico en ratones criados para desarrollar características biológicas de la ELA llegaron a reducir los síntomas de debilitamiento muscular de la enfermedad y prolongaron su supervivencia de dos a tres semanas.
Para ello, los científicos utilizaron ácido cafeico, un compuesto antiinflamatorio que se encuentra de forma natural en el café, el té, los tomates y el vino, para frenar la vía del ácido araquidónico. No obstante, advierten que los pacientes con ELA no deben apresurarse a tratarse con esta sustancia que se vende como suplemento dietético no regulado. Algunos informes han señalado efectos secundarios potencialmente dañinos como cánceres y problemas intestinales.
Este nuevo estudio se basó en que los pacientes con ELA pierden la mayor parte de su control muscular a causa de las neuronas motoras espinales dañadas, pero pueden controlar sus movimientos oculares, guiados por las neuronas oculares.
Para distinguir las diferencias genéticas potencialmente importantes entre estas neuronas, el equipo estudió líneas de células madre que cultivaron a partir de una persona con ELA. Y, de esta forma, encontraron más actividad en los genes que controlan el metabolismo, el proceso en el que las células procesan la grasa.
Posteriormente se hicieron llegar a la Universidad del Sur de California muestras de neuronas oculares y motoras espinales de 17 personas con ELA que fueron tratadas en el Hospital Johns Hopkins y seis conjuntos de muestras de personas sin la enfermedad. Los investigadores confirmaron que las neuronas motoras espinales de los pacientes con ELA contenían cantidades y tipos de lípidos completamente diferentes a los de las neuronas oculares en comparación con las personas sin enfermedad.
Un análisis posterior demostró que la vía lipídica más alterada era el ácido araquidónico. Varias moscas de la fruta modificadas genéticamente para que desarrollaran síntomas del tipo de la ELA fueron alimentadas con ácido cafeico.
Ellas fueron capaces de moverse más, trepar por el tubo de ensayo con más frecuencia y vivir más tiempo que las moscas que no recibieron este compuesto. Los científicos probaron entonces con modelos de ratones criados para desarrollar la enfermedad y estos vivieron entre dos y tres semanas más que los ratones que no lo recibieron.
Imagen: Freepik
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